No hace mucho tiempo en una reunión celebrada por los Grandes Seres, surgió la pregunta: “que podemos hacer, pues esta emergencia debe ser enfrentada”. Se produjo un silencio en el grupo. Duró bastante tiempo y, luego, uno y todos en forma simultánea respondieron, hablando como si fuera una sola persona, pues tal fue la unanimidad. ” Conmovamos nuevamente los corazones de los seres humanos con amor, para que quienes conocen, amen y den. Y nosotros demos amor”. Lo antedicho puede ser la descripción de un hecho, o simplemente una forma simbólica y alegórica de ayudarnos a comprender nuestra necesidad. Esto debemos decidirlo nosotros. Pero quizás habrá quienes quieren pronunciar las siguientes palabras todas las mañanas en la meditación o en la recapitulación del mediodía.
“Conozco ¡Oh, Señor de Vida y Amor! la necesidad. Conmueve nuevamente con amor
mi corazón, para que también yo pueda amar y dar”
Los Hijos de los Hombres son Uno y Yo soy uno con Ellos.
Trato de amar y no odiar;
Trato de servir y no exigir servicio;
Trato de curar y no de herir.
Que el dolor traiga la debida recompensa de luz y amor.
Que el alma controle la forma externa, la vida y todos los acontecimientos,
Y traiga a la luz el amor que subyace en todo cuanto ocurre en esta época.
Que venga la visión y la percepción interna.
Que el porvenir quede revelado.
Que la unión interna sea demostrada. Que cesen las divisiones externas.
Que prevalezca el amor. Que todos los hombres amen.
Afirmación del Amor
En el centro de todo Amor, permanezco.
Desde ese centro, yo, el Alma, surgiré.
Desde ese centro, yo, el que sirve, trabajaré.
Que el amor del Ser Divino se derrame por todas partes,
en mi corazón, a través de mi grupo y al mundo entero.